La madurez

por Don Rolo
En la madurez
hay un pequeño,
un gigante
y un ser inofensivo.
El ser inofensivo prefiere tocar todo con sus plumas,
intentando destruir con pasión cosas que jamás podrá.
Queda en el camino y sonríe,
por las dudas;
a pesar de no entender
 nunca te olvidará.
El pequeño no quiere crecer
y teme que demasiada verdad en sus ojos
altere los sueños de su próxima vida
porque su vida pasada
le mete dudas
le mete ideas
nefastas,
habla del futuro
que nunca será mejor
y le mienten
para que él mienta
y se mienta.
El tercero,
el gigante,
ya ofende
ya arruina
ya colapsó
ya se olvidó del niño
que no destruía aunque quisiese,
y manipula,
con su alma hecha pedazos,
a los otros dos.
Les tira del pelo
y sin pensarlo
los manda al precipicio
para que caigan del árbol
donde las frutas
son verdes
son dulces
pero nadie se las come vivas
porque les falta tiempo para ser
lo que sus depredadores quieren que sean:
maduras.
La madurez
te mata
y te despierta
el peor de tus apetitos,
hambre de que todos deban sufrir lo mismo
y aceptarlo.
Eso es madurar:
entender que todo está perdido
y ponerte a destruir todo
a la par del mundo.

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