Errar es robótico.

 Antes de hacer un comentario, ella me dijo: "Demuestra que no eres un robot". Siempre me pongo nerviosa con eso de demostrar mis condiciones, así que decidí desviar su atención contándole de mí, que a veces me olvido de bañarme, que hoy desayuné un té frío a las cuatro de la tarde, que de mi infancia me quedan un oso de peluche rosa y algunas fotos de gente que no estoy segura de recordar, que no me gusta el ceño fruncido de mi vecina la evangélica, y mucho menos su hija que parece risueña pero que esconde un profundo odio hacia todo lo que no sean sus papás, y en este contarle le pifié en el captcha. A la mierda con que errar es humano, resulta que soy un robot y no puedo ni hacer un comentario.

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