Acaso, canto al fracaso

 Perdón
si no tengo miramientos al señalarte,
a veces me subo a un pedestal patético
y lanzo al mundo mi furor escéptico
pero nunca pretendí realmente alcanzarte.

 Tal vez mis señales llegan a medias,
y media un abismo entre la razón que creo y la que tengo,
y soplan vientos que me van secando las ideas,
y mi falta de luces me devuelve al azul del tango,
y, temeraria, me arrojo al baile,
que por lo menos eso no me lo quita nadie.

 Pero todavía lloro y soy distante,
todavía me escudo e insisto,
porque disto de ser lo que se espera.
 Yo guardo todo lo que no muestro,
yo soy amiga de las máscaras,
yo también soy lo que no parezco,
pero no engaño, sólo silencio.

 Perdón
si por orgullosa soy también terca,
entonces soy frágil y tensa,
entonces soy cruel y perversa,
entonces soy torpe y opuesta,
y no me animo a sacarme las vendas
porque a mí me es más fácil desnudarme en una avenida
que aceptar que tengo que darme por vencida.

 Entonces lo único que tengo es mi transparencia
y la convicción de que a pesar
o a través
de tantas batallas perdidas,
lo bailado, nadie me lo quita.

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