Presa fácil

[MATARÍA al mosquito gigante que está en mi pared, esperando, al acecho. Es una presa fácil. Debe ser porque está tan a la mano que recapacito: sería un castigo, además de inútil, exagerado e injusto. No me parece bien humanizar animales. Concebimos todo desde el espectro homo narcisus, desde nuestra óptica sobreviviente, temeraria y temerosa. Entonces todo bicho venenoso se vuelve malo, indeseable al punto de merecer ser muerto, culpable incluso cuando se demuestre lo contrario, sólo porque tiene la agencia de perjudicarnos. A decir verdad, yo ya no me como ese verso del complejo de Dios que desarrollaron unos álguienes anónimos un día, y que toda nuestra estirpe arrastra sin poder asomar por fuera de la venda del espejo. Ahí empieza lo artificial, ese boleto sin escalas a la más torpe autodestrucción. Digna del único animal que reniega de su animalidad. (Hostigué al mosquito hasta que voló de mi cuarto, vivo, a buscarse otra sangre que degustar).]

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