Esa mañana amaneció con un árbol de palta incrustado en la cabeza que explota, que se desenrolla ante canciones de planetas unimultiultrasensosacionales que entran en nuestras venas, que nos transportan a climas de los ochentas, cuando Cindy no se animaba a salir del closet, y después la sequía atragantada, la pena, atragantado el mar, que deja campo libre a una embarcación de papel que carga infinitamente con la misma historia, todos los dueños recurrentes, sanguijuelas del pasado que no fue. Y fueron aquellos lagrimares botones que dejaron ya de fugarse en miradas a los extraños que buscan mesas en cualquier bar ridículo. Y entonces apareció el Aguilucho, rígido y majestuoso, a robarles lo poco que les quedaba de las historias sagradas. Claro, las últimas palabras.
(http://unplaneta.bandcamp.com/album/un-p-l-n-e-t)
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